Los hombres tambien lloran

Published on September 9, 2025 at 7:41 AM

Autor: Pastor Adriel Chavarria

Texto Base: "Jesús lloró" (Juan 11:35, RVR1960).

Hermanos, hoy quiero hablarles desde el corazón.
Crecí escuchando esa frase dura y fría: "Los hombres no lloran". Me enseñaron que llorar era señal de debilidad, que los verdaderos hombres aguantan, se tragan el dolor y siguen adelante sin inmutarse. Aprendí a ponerme una coraza, a esconder mis emociones, a fingir que todo estaba bien incluso cuando por dentro me sentía roto.

Pero un día, leyendo la Biblia, me encontré con el versículo más corto y poderoso de las Escrituras: "Jesús lloró".

Sólo dos palabras, pero suficientes para romper todos los esquemas que me habían impuesto.

Pensé: ¿El Hijo de Dios, el Rey de reyes, el Salvador del mundo… lloró?

¡Sí! Y no lo hizo en secreto. Lo hizo delante de sus amigos, frente a la tumba de Lázaro, en un momento de dolor profundo. Jesús, 100% Dios, pero también 100% hombre, no tuvo miedo de mostrar su humanidad.

Ese versículo me hizo ver a Jesús de una manera más cercana, más real. Él entendió nuestro dolor, nuestras luchas, nuestras pérdidas. No es un Dios distante que nos observa desde lejos, sino uno que sintió lo mismo que nosotros sentimos.

Hermanos, hoy quiero decirles algo:
¡Está bien llorar!
Está bien sentirse abrumado.
Está bien admitir que duele.

Dios no nos llama a ser robots sin sentimientos. Él nos creó con emociones, y llorar no nos hace menos hombres; nos hace más humanos, más parecidos a Jesús.

¿Sabes qué es lo más hermoso?
Dios no nos abandona en esos momentos. Él nos dice:

"Hey, yo también he sentido lo que sientes. He llorado, he sentido el dolor, la soledad, la angustia. Pero también sé cómo levantarte. ¡Vamos, sigue adelante! Está bien llorar, pero recuerda: no estás solo. YO estoy contigo".

Así que hoy, rompamos esas cadenas. Quitémonos la coraza que nos pesa y permitámonos sentir, llorar y confiar en el Dios que llora con nosotros.

Oración final:
Señor, gracias por mostrarnos que llorar no es debilidad, sino humanidad. Ayúdanos a ser hombres sensibles, valientes y vulnerables delante de ti. Rompe every mentira que nos dice que debemos esconder nuestro dolor. Recuérdanos siempre que tú estás con nosotros, en cada lágrima, en cada lucha, en cada momento. Amén.

¡Firmes y adelante, hermanos! 

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