Título: "Dios Escucha a los Pequeños"
Autor: Pastor Adriel Chavarria
La Inocencia que Conmueve el Cielo
Hace unos días, mi sobrina Mia perdió su celular en un baño público. Para ella, no era solo un dispositivo caro; era una ventana a su mundo de amistades, juegos y recuerdos. La vi llorar con esa tristeza profunda que solo los niños experimentan cuando algo les parece irreparable. Sus padres estaban molestos, y ella se sentía abrumada por la culpa y el miedo.
En medio de su desesperación, Mia hizo algo que me dejó sin palabras: se puso a orar en publico. Con una fe tan pura que solo la inocencia puede sostener, le pidió a Dios que ayudara a encontrar su teléfono.
El Eco de una Oración Pasada
Su oración me transportó instantáneamente a mi adolescencia. Yo tenía alrededor de 15 años y estaba obsesionado con una banda de rock. La radio local regalaba entradas para su concierto, y yo anhelaba ir. Una noche, en un impulso de curiosidad espiritual, oré: “Dios, si existes, haz que gane esos boletos. Si lo haces, creeré en ti”.
Al día siguiente, iba en un autobús público cuando el locutor anunció: “¡Estaremos regalando boletos en la próxima parada!”. Bajé corriendo, participé y gané. Pero en lugar de alegría, sentí una awe profunda. ¿Acabo de testificar un milagro?, me pregunté. El día del concierto, ni siquiera pude disfrutarlo. Mi mente estaba en otra parte: en la certeza de que Dios había respondido mi oración.
La Soberanía de Dios en lo Cotidiano
Mia ni siquiera terminó su oración cuando recibió la llamada: “¡Encontramos tu celular en el departamento de objetos perdidos!”. Su fe infantil fue recompensada de inmediato. No porque Dios sea un genio que concede deseos, sino porque Él se revela a quienes lo buscan con corazón sincero.
Jesús dijo:
“Dejen que los niños vengan a mí, y no se lo impidan, porque el reino de los cielos es de quienes son como ellos” (Mateo 19:14, NTV).
Dios no necesita que seamos teólogos o santos para escucharnos. Al contrario, se conmueve con la fe simple que clama en la necesidad.
Reflexión Final
¿Cuántas veces subestimamos el poder de una oración sencilla?
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Los niños oran sin sobreanalizar la teología detrás de sus peticiones.
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Confían en que alguien más grande que ellos está escuchando.
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No dudan de la bondad de Dios.
Hoy, Mia me recordó que la fe no es complicada. Es creer que Dios nos ama y nos escucha, incluso en lo aparentemente trivial. Él ya sabe lo que necesitamos antes de que lo pidamos (Mateo 6:8), pero anhela que acudamos a Él como niños: con honestidad y expectativa.
Oración
Señor, gracias por recordarme que tu oído está inclinado hacia los pequeños. Ayúdame a tener una fe sencilla pero ferviente, que confíe en tu bondad incluso cuando las circunstancias parecen abrumadoras. Amén.
Preguntas para Reflexionar
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¿Has tenido una experiencia donde Dios respondió una oración “pequeña” de manera inesperada?
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¿Cómo puedes cultivar una fe más infantil y dependiente de Dios?
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¿Qué necesitas entregar en sus manos hoy?
¡Si este devocional resonó contigo, compártelo con alguien que necesite recordar que Dios escucha! 🌟
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